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Cuando la intimidad se vuelve espectáculo
Separar conductas
La psicóloga y sexóloga Pamela Wimer separa las conductas patológicas y delictivas de las personas que trafican imágenes sexuales con niños o para hacer un daño, de aquel juego de adolescentes que incorporan las pantallas en el umbral del despertar sexual.
“Seguramente que con la tecnología las prácticas sexuales se modifican, aparecen nuevas formas de relacionarse, ‘nuevo’ significa ‘nuevo’, ni bueno ni malo, ni normal ni patológico; yo creo que es este el salto cualitativo que se va a dar, entender una nueva forma como algo más, como en su momento la genitalidad se vio influida por la aparición del profiláctico, de las revistas de contenido erótico. Afortunadamente cada generación plantea cambios y esto es parte de vivir”, evidenció.
Con respecto a una conducta exhibicionista, Wimer remarcó que “siempre existió la necesidad en los seres humanos de conocerse y ser conocidos corporalmente, es una parte normal del desarrollo psico-sexual. No es infrecuente que los niños en edad preescolar exploren qué hay debajo de un guardapolvos para así saber si el otro es igual a él”.
En este sentido, entendió que la tecnología “lo que hace hoy es que la modalidad de investigación entre cuerpos se da de una forma diferente, más abierta, menos desinhibida, o marcando la distancia que surge cuando la visualización es virtual o no real”.
La sexóloga opinó que estas nuevas modalidades de explorar y sentir placer pueden tener su raíz en el bombardeo de imágenes que se recibe desde los medios. “Hay una necesidad muy fuerte de mostrarlo todo”.
Y agregó, “no sólo la desnudez del cuerpo sino también a la desnudez de alma. Se ponen a consideración en internet, los estados anímicos, pensamientos que antes estaban reservados al círculo más íntimo de la familia y las amistades”.
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