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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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lunes, 23 de junio de 2014

I/II Otro jibarismo: Consumidores de pornografía tienen menos desarrolladas algunas áreas del cerebro

de
clarin.com


Mirar pornografía puede reducir el cerebro

BERLIN
Investigadores del Instituto Max Planck aseguran que el consumo regular de imágenes sexuales podría repercutir en el organismo.

"Mirar pornografía puede reducir el cerebro" suena a advertencia de madre o abuela, similar a la repetida (décadas atrás): "nene no te toques que te salen pelos en las manos". Pero, en esta ocasión, se trata de la conclusión a la que llegó un estudio realizado por un grupo de investigadores del Instituto Max Planck en Berlín.
Los científicos encontraron que una parte del cerebro, que se activa cuando las personas se sienten motivadas o recompensadas, se achica a medida que se mira pornografía y, en consecuencia, esa zona trabaja de manera menos eficiente, según publica la edición digital de The Telegraph. Frente a esta circunstancia, la persona necesitaría contenidos cada vez más explícitos para conseguir el mismo estímulo sexual.
"No está claro si ver pornografía conduce a cambios en el cerebro o si las personas que nacen con ciertos tipos de cerebros acaban viendo más pornografía", explicó Simone Kühn.
El estudio fue publicado en la revista JAMA Psiquiatría.
Fuente: The Telegraph

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