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El colegio Filii
Dei educa a 1600 chicos de la villa 31
Al ingresar en tren a la ciudad
de Buenos Aires desde la zona norte impacta la extensión de la villa 31 en
Retiro. Entre las construcciones que ocupan todo espacio libre, se destaca un
edificio amarillo, de dos plantas, en su terraza se ven niños pequeños jugando
y en el muro que da al ferrocarril se informa "Acá hay una escuela".
Es uno de los dos únicos
establecimientos educativos que funcionan dentro de esa villa en la que viven
unas 30.000 personas, es el jardín de infantes Sueños Bajitos, al que
asisten 115 chicos de tres a cinco años. El otro es el Instituto Filii Dei,
que educa a 1600 niños y adolescentes. Ambos de gestión privada. Uno fue creado
hace dos años y el otro, hace medio siglo. Gratuito uno y con un arancel tan
bajo que es considerado "cuota cero" el otro, son parte del 52% de la
oferta educativa porteña que es cubierta por escuelas de gestión privada
Los testimonios se suceden y
pueden leerse en el enlace.
Todos los alumnos del colegio fundado
en 1957 por el padre José Dubosc, viven en la villa 31, en un contexto de
pobreza y altísima vulnerabilidad socioeconómica.
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Estos chicos necesitan
más del afecto de uno y entre ellos se integran muy bien. Todos los que
trabajamos acá no sólo enseñamos, sino que también ponemos mucho el cuerpo,
dijo Elena Suárez, vicedirectora de la primaria. Y sumó
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Es maravilloso
cuando me llaman para contarme que entraron a la universidad o a la Prefectura.
Claro que también hemos ido al velorio de otros alumnos. Es una de cal y otra
de arena.
María Morales, administradora
de consorcios y una de las voluntarias, recuerda
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Vimos que vivían en
condiciones muy pobres, no había cloacas ni electricidad, estaban lejos de todo
y había siempre muchos nenes jugando en la calle sin ir a la escuela.
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Preguntamos a los
vecinos de esa zona, a través de una cartita, qué necesitaban más y nos
pidieron una escuela, agregó María Morales -quien con otros voluntarios armaron
una asociación civil que llamaron como el lugar donde eligieron ayudar: Detrás
de Todo. Pusieron manos a la obra y en 2011 abrieron un jardín de infantes
con reconocimiento oficial, Sueños Bajitos, con 22 niños a los que les
daban desayuno, almuerzo y merienda.
Para abaratar la compra de
alimentos pidieron un freezer a través de los Clasificados Solidarios del
diario LA NACION, que vio Adolfo Neufeld, un argentino al que le fue muy bien
en los negocios en los Estados Unidos y Suiza, y tenía el sueño de hacer una
escuela y ayudar a reactivar la conducción política del país.
"Cuando fui al jardín, vi
que tenían un cuartito muy precario y les ofrecí financiar la construcción del
edificio", contó Neufeld. Donó el dinero, unos dos millones de pesos, y el
material de juegos y equipamiento para que pudiera recibir a más chicos. Hoy
asisten 115 y tienen una vasta lista de espera. Es gratuito, si bien existe un
bono contribución de $ 15 que no todos pagan. El Estado cubre los sueldos de 23
docentes, y los alimentos y la asociación Detrás de Todo busca cubrir con
donaciones el resto de los gastos y mantiene el proyecto de abrir también el
nivel primario.
Eugenia Laise, de 24 años,
estudiante de Trabajo Social y vicepresidenta de la asociación civil Detrás de
Todo y auxiliar en el jardín, comentó
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A veces los
problemas son grandes y te parece que no podés hacer nada, pero cuando ves que
invitás a una jornada de limpieza o de pintura, por ejemplo, y vienen muchos de
los padres y se ofrecen para colaborar, te das cuenta de que hay cosas que sí
son posibles.
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