Kepler: el buscador de “planetas terrestres”
¿Por qué observar a tantas estrellas a la vez? La respuesta tiene que ver, justamente, con el método de detección de planetas extrasolares que utiliza el Kepler: la eventual observación y medición de tránsitos. Las chances de que un planeta desfile delante de su estrella, desde nuestra visual, son bastante bajas. Por eso, para observar unos pocos tránsitos extrasolares, hay que mirar muchísimas estrellas. La intensidad de esos mini eclipses (teniendo en cuenta estimaciones previas del tamaño de las estrellas en cuestión, algo que a su vez se deduce de su color, temperatura y luminosidad) permitieron calcular con bastante precisión el diámetro de los planetas que las orbitan. Y los diámetros, cotejados con las masas –aportadas por otros telescopios, mediante la técnica de “movimiento radial”– revelaron las densidades de aquellos mundos lejanos. Tamaño, masa, densidad... esas son, esencialmente, las claves para deducir, desde tan lejos, si se trata de planetas gaseosos, o bien, rocoso-metálicos, como la Tierra. Que es, en definitiva, lo que más importa: al fin de cuentas, el eslogan de la misión Kepler es “en búsqueda de planetas terrestres”.
¿Y... los encontró? No aún. Pero hay que tener en cuenta que los científicos de la misión apenas han examinado en detalle una parte del legado del Kepler (ver nota principal). Y que, de lo medianamente observado, hay casi 4000 exoplanetas “candidatos” por verificar y caracterizar. Allí pueden esconderse algunas sorpresas, sin dudas. Finalmente, con respecto a la lista oficial de hallazgos de este telescopio de la NASA, formada por 961 casos confirmadísimos, allí hay unos cuantos exoplanetas que se nos acercan bastante. Entre los más notables están Kepler-22b, un planeta de poco más del doble del diámetro terrestre (quizá demasiado grande para ser rocoso-metálico), y especialmente Kepler-62-f, apenas un 40 por ciento mayor que la Tierra (y con más chances de ser un planeta sólido). Ambos están en la “zona habitable” de sus respectivos sistemas. A estos dos mundos lejanos, que ya se conocían antes del multitudinario anuncio de hace unas semanas, ahora se le suman otros similares: Kepler-174 d, Kepler-296 f, Kepler-298 d y Kepler-309 c. Todos con el doble o poco más del diámetro de nuestro planeta. Y todos, también, en “zonas habitables”. Este tipo de planetas extrasolares suelen llamarse Súper Tierras. Pero, también, el Kepler ha tenido la sensibilidad suficiente como para detectar los minúsculos tránsitos de mundos del tamaño de Venus, Marte, o incluso, de Mercurio. Quizás, estas detecciones, ya confirmadas, sean la antesala de otras por confirmar. Y ojalá que, esta vez, sea lo que todos tanto esperamos.
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