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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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jueves, 20 de febrero de 2014

Manuel Belgrano: mirada sobre su vigencia y lectura de su rol como economista




Enlace y reseña de la nota publicada en Epoca


Miércoles 19/02/2014 | 00:00 hs Leído 66 veces.
ENFOQUE

Belgrano economista y la actualidad


 Resulta notable la cantidad de libros y artículos que han sido publicados últimamente sobre la figura de Belgrano. 
Autor: Omar López Mato
A la biografía del Dr. De Marco y el libro de Valenzuela - Sanguineti debemos sumar, entre otros, los artículos publicados por el Dr, Alonso Piñeiro en La Prensa. Hasta la Sra. Presidenta realizó un comentario sobre la capacidad de seducción de Belgrano.
Creo que evocar en estos momentos la figura del creador de la bandera no es caprichoso, justo cuando se debaten las causas de nuestra decadencia generalizada, que obviamente tiene algunas connotaciones éticas. 
No resulta extraño, entonces, que el público en general y los historiadores en particular busquen como referente al prócer más alejado de toda sospecha de corrupción.
Más allá de sus intervenciones como improvisado general y su promocionada creación de los símbolos patrios, la gran tarea de Belgrano fue la búsqueda de guarismos económicos y sociales para construir una nueva nación. Curiosamente el debate que inició hace doscientos años aún continúa abierto.
Belgrano era un economista de alma. Él mismo confiesa que el título de abogado era el trámite necesario para adquirir los fundamentos para entender mejor las reglas económicas que rigen las sociedades. 
Su permanencia en Europa le permitió tomar contacto con las nuevas ideas, la corriente liberal que se alzaba frente al mercantilismo, esa costumbre de “comprar por dos y vender por cuatro”, que había generado la fortuna familiar. 
Cuando Belgrano vuelve a Buenos Aires para hacerse cargo de un puesto en el Consulado de Comercio, promueve las ideas de François Quesnay, un médico francés devenido en economista que publicó su “Tableau economique”, donde expone sus ideas fisiócratas.
 Para ellos la producción rural era la fuente de riquezas de una nación. A fin de exponer estas ideas en una tierra inmensa, donde casi no existía la agricultura, Belgrano traduce y edita las “Máximas generales del gobierno económico de un Reino agricultor” de dicho economista. Esgrimiendo estas ideas Don Manuel es el primero en alzarse contra el monopolio español.
Belgrano participó personalmente de otro debate que se llevó adelante en España entre los dos pensadores liberales más importantes de la península, Pedro Campomanes y Gaspar Jovellanos. Este último, fisiócrata al fin, consideraba que la riqueza de las naciones estaba en la tierra y como tal, debía ser poseída y explotada por el hombre.
Pero Campomanes -en su discurso sobre “La Educación Popular” sostenía que la riqueza de un pueblo estaba en la educación. 
La inteligencia de sus habitantes era “la tierra a cultivar”. De allí que Belgrano no sólo propugnaba la explotación de la tierra, sino que proponía por todos los medios la educación.
Este sigue siendo el dilema de la Argentina 200 años más tarde. Hubo un momento en que se balancearon ambas fuerzas en un país que progresaba ante los asombrados ojos del mundo y que hoy busca afanosamente cual fue el punto que marcó su decadencia. 
Este punto de inflexión de nuestro progreso coincide con el simplismo de pensar que nuestra deuda externa se pagaba “con dos cosechas”, momento en que además se priorizó el calzado de cáñamo y sisal sobre los libros.
Belgrano se oponía a que el Estado manejase los precios de mercado, porque “ninguna cosa tiene valor real, sólo tiene el que nosotros le queremos dar y este se liga a la necesidad a su escasez y abundancia”, conceptos propios de las lecciones de Adam Smith. Dos siglos más tarde el debate sigue abierto y oscilamos entre imposiciones autoritarias y las políticas de mercado, aunque Belgrano estaba muy consciente del peligro de la apertura total de los mercados. Él fue testigo del efecto perjudicial que tuvo sobre la endeble industria colonial la invasión de los productos ingleses. 
No quiero terminar este artículo sin exponer una actitud que preocupaba a Belgrano y era el ocio, en él veía la madre de todos los males de una nación. “La ociosidad es el origen de la disolución de las costumbres”, dice en sus escritos económicos. Mantener al pueblo en ese ocio no creativo y la ignorancia, era para Belgrano garantizar el fracaso del progreso. ¿Qué hubiese dicho Don Manuel de los “planes trabajar” o la emergencia docente que hoy vivimos?
Para crecer no necesitamos complicados silogismos o complejos cálculos matemáticos ni elucubraciones filosóficas, necesitamos ideas claras como los principios rectores que marcó Manuel Belgrano, para muchos, el padre de una patria que no es la que él soñó.
Fuente: Notiar- com/olmoediciones

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