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y reseña de la nota
Al calor de una industria que mueve millones y que tiene todo tipo de
particularidades curiosas en su dinámica de consumo, la "economía del
vino" crece y ya cuenta con sus propias publicaciones especializadas y con
sus académicos estrellas.
"Hay decenas de estudios recientes muy buenos, y varios
de ellos intentan responder una pregunta difícil: ¿qué es lo que determina el
precio de una botella de vino?", dice Gustavo Ventura, un macroeconomista
oriundo de Mendoza que actualmente da clases en la Universidad de Arizona, en
los Estados Unidos. Ventura sigue de cerca la temática vitivinícola y lee los
trabajos que publica el Journal of Wine Economics, una revista académica
lanzada en 2006 que ya acumula cientos de investigaciones y que se creó para
contener estudios que excedían, por el protagonismo de una temática propia, a
las revistas de economía agrícola en las que tendían a aparecer anteriormente.
La "ruta del vino" de los economistas incluye
tópicos macro y micro, además de aportes de las nuevas ramas de la disciplina,
como la economía del comportamiento o la neuroeconomía. Lo que sigue es un
paseo arbitrario por algunas de las conclusiones más recientes y originales. Un
menú en tres pasos, cada uno de ellos "maridado" con una botella
especial (la selección estuvo a cargo del winemaker Mauro Villarejo,
titular de la bodega Trapezio, de Mendoza). Empieza la cata.
Entrada de cinco sentidos: (se sugiere maridarla con
un "chardonnay joven y mineral, que resalte por su aroma y frutalidad.
Acidez + acidez = dulce frescura"). Una de las conclusiones más
provocativas de la nueva economía del vino es que la correlación entre el precio
de una botella y su calidad es bajísima. En otras palabras, decidimos la compra
de un malbec mayormente por el diseño de su etiqueta, por su valor de marca,
por recomendación de amigos u expertos, pero no porque sea cuatro veces más
rico que un ejemplar que sale el 20% en la góndola del supermercado o en una
vinería. Un estudio de 2008 publicado en The Journal of Wine Economicsconcluyó:
"En promedio, cuando no sabemos el precio de un vino, disfrutamos de los
caros apenas más que de los baratos". En El andar del borracho , el
físico Leonard Mlodinow utiliza al mercado vitivinícola para explicar errores
habituales en sistemas de medición subjetivos y en el proceso de decisión de
los consumidores. En 1978, Robert Parker Jr., un abogado autoproclamado experto
en vinos, comenzó a agregar un valor del 1 al 100 al lado de sus reseñas, que
cambió para siempre el mercado. Mlodinow cita una serie de experimentos que
dejan muy mal paradas a las "evaluaciones objetivas": La dispersión
en opiniones de "expertos" es enorme. El sabor percibido del vino
depende de entre 600 y 800 componentes orgánicos y su efecto sobre todos
nuestros sentidos. Y está demostrado también que la "expectativa"
influye en la percepción posterior. Un estudio de 2008 le dio de probar a
estudiantes de enología dos vinos blancos idénticos. Al segundo se le incluyó
un químico sin gusto que le daba aspecto de vino tinto. Las evaluaciones del
segundo caso fueron distintas e incluyeron atributos asociados a los vinos
tintos.
Plato principal: la macro manda. (Villarejo
recomienda aquí una copa de "un blend tinto que conjugue la fruta fresca
del malbec y la sofisticación exótica del cabernet franc. Dialéctica de
contrastes = elegancia de la pureza del sabor"). Hasta mediados de los 70,
la industria global del vino era poderosa en lo económico, pero menos glamorosa
que la actual. El consumo crecía a buen ritmo, aunque basado en las categorías
más baratas.
Luego de una década del 80 nefasta para el sector, en la que
la producción mundial se derrumbó más de 50%, a partir de 1993 se toca un piso
y comienza una recuperación basada en vinos de más alta calidad, un comercio
internacional tonificado y el aporte de las variedades del "nuevo
mundo", incluida la Argentina. Como sucedió con las economías regionales
en general, el negocio local del vino vivió una etapa brillante en la primera
parte de la recuperación económica del kirchnerismo, pero en los últimos tres
años sufre por la inflación que le sube los costos fijos. Como el país se
posicionó en el exterior en una franja de precios intermedia, la rentabilidad
cayó en picada y también la participación en mercados externos. "No dejes
la macro afuera ni por un buen cabernet", pide Daniel Kampel, economista
del Cedes y seguidor de la temática. "Los mercados internacionales de vino
-así como de otros bienes- son muy sensibles a los movimientos de tipos de
cambio reales. La Argentina, de la mano del proceso de inflación, sufrió una
fuerte apreciación en los últimos años. La competitividad y la presencia neta
de los vinos argentinos en los principales mercados se retrajo
significativamente, sobre todo en EE.UU.", explica Kampel.
Postre: degustación de dulces de la casa (el experto
consultado por Álter Eco sugiere aquí "enjuagar la boca con un malbec
dulce pasito, de delicada textura y aromático recuerdo campestre. Mix de
texturas = explosión sedosa de sensaciones nativas"). El "ancho de
banda" de los estudios sobre economía del vino es bien amplio. En la
principal publicación especializada hay desde mediciones del "consumo del
alcohol social" (cuánto aumenta la ingesta de vino cuando estamos en
situaciones sociales) hasta experimentos que evalúan la aversión al riesgo de
los consumidores frente a una góndola de vinos en el supermercado
("¿Valdrá la pena gastar 30 pesos más en esta botella más linda para una
situación especial?"), pasando por un detallado estudio sobre las
regulaciones del negocio en la Argentina en 2012. El especialista en teoría de
la decisión Ernesto Weissman suele citar una estrategia habitual de las vinerías
para explotar un sesgo cognitivo de "anclaje": los vinos de $ 2000 en
el catálogo apenas se venden, pero sirven para elevar el ticket promedio. Esto
es: es mucho más probable que compremos una botella de $ 80 y que no nos
parezca tan cara al lado de una de $ 20 si al mismo tiempo sabemos que hay otra
de $ 2000.
Suficiente alcohol por hoy, alguien tiene que volver
manejando. Como se ve, el vino se está convirtiendo en un insumo central para
los economistas (y mejor no preguntar cómo van a salir los pronósticos macro
2014). Fin de la cata. ¿Una última degustación? Una copa de vino y un paper
académico no se le niegan a nadie.
Un menú de tres pasos
- La
entrada
Se ha demostrado que la correlación entre el precio del vino y su calidad
es bajísima. La compra se decide por varios factores.
- El
plato principal
Datos del mercado muestran que se retrajo la competitividad y, en
consecuencia, la presencia del vino argentino en el mundo.
- El
postre
Los estudios sobre el comportamiento del consumidor de vinos son bastante
exquisitos y abarcan una multiplicidad de aspectos.
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