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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Jorge Sábato, 4 de junio de 1924 - 16 de noviembre de 1983, precursor del desarrollo local en metalurgia, ciencia de materiales y energía nuclear,

 

Enlace y reseña de las primeras líneas de la nota publicada en

Página 12
FUTURO

Treinta años no es nada


 Por Jorge Forno

En los años cuarenta el tango y el por entonces novedoso automovilismo eran dos de las pasiones de los argentinos. Gardel había muerto, pero cada día cantaba mejor, y Troilo, Canaro y los hermanos Expósito crecían en popularidad, al tiempo en que el Turismo Carretera era la categoría automovilística preferida del público. Intrépidos pilotos se aventuraban en caminos polvorientos y preparaban sus máquinas de manera artesanal. Las marcas más populares eran estadounidenses y despertaban fanatismos irreductibles. Los vehículos, fabricados en el exterior, eran convenientemente adaptados a las necesidades de las rutas criollas por avezados mecánicos, y a veces también por los mismos pilotos, a fuerza de ensayo, error y una alta dosis de ingenio. Aquellos ases del Turismo Carretera eran, quizá sin imaginarlo, pioneros en las prácticas de adaptación local de tecnologías.

La carrera por las tecnologías de punta también se corre en caminos polvorientos. Casi siempre naturalizamos el uso de artefactos de los que ignoramos cómo funcionan íntimamente. Los sistemas energéticos, los satélites, los aviones, los microcomponentes, son algunos pocos ejemplos de una amplia galería de tecnologías que se compran en el mercado internacional llave en mano, como un paquete cerrado.

Frente a este problema, en la Argentina se gestó una corriente de pensamiento que tendría su apogeo en los años sesenta, levantando las banderas del desarrollo autónomo de tecnologías.

En ese grupo de inquietos emprendedores descolló Jorge Alberto Sábato, un tecnólogo autodidacta que incursionó en distintas actividades científicas y tecnológicas. Precursor del desarrollo local en áreas tan sensibles como la metalurgia, la ciencia de materiales o la energía nuclear, este curioso y muy porteño pensador también se dedicó a reflexionar sobre la autonomía científica y tecnológica del país entre citas tangueras y un lenguaje que, aunque coloquial, poseía una gran riqueza conceptual.

Nacido en 1924, a los dieciocho años se recibió de maestro y a los veintitrés de profesor de física, pero pronto comprendió que no sólo de teoría vive el hombre y puso manos a la obra en áreas tecnológicas que en la Argentina eran prácticamente inexploradas. Al mismo tiempo comenzó a escribir textos de estudio para las escuelas medias y a publicar artículos periodísticos de divulgación en el mítico diario Crítica de Buenos Aires, y luego en otros medios bajo diferentes seudónimos.

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