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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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jueves, 20 de diciembre de 2012

La guerra de ingenieros y contadores en la Argentina de los 60



TALENTOS Y RECURSOS HUMANOS

La guerra de ingenieros y contadores en la Argentina de los 60

El mes pasado conversé con un contador sobre una historia, lo que en su momento se llamó la guerra de ingenieros y contadores en la década de 1960, en nuestro país.

Hasta ese momento, una empresa, incluso industrial, era dirigida preponderantemente por contadores, más que por ingenieros. En esa década surgió una puja por el poder social de las profesiones. El resultado fue que se impuso abrumadoramente el número de ingenieros que dirigieron empresas desde entonces. Puestos los ojos en el proceso de elaboración de bienes, eran los profesionales de elección. 

Los contadores, sin embargo, son los profesionales que tienen la formación puesta en el proceso completo, todo pasa por sus números y su comprensión de la realidad, desde poner en marcha una empresa, hasta liquidarla si fuera el caso. Nacimiento, vida y muerte de las actividades económicas, los contadores están formados para responderles.  
Si se pregunta actualmente quien es más indicado para dirigir una empresa, el público más cultivado propone ingenieros con alguna formación en administración. 

Se obvia que se relega el campo en que se da la producción a ser un apéndice del producto final. Así cabe entenderse cuando Andrés Oppenheimer habla en su nota de producir ingenieros y no habla de formarlos. 

El proceso completo en que se dan las actividades económicas sigue esperando que lo atiendan. 

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