TALENTOS Y RECURSOS
HUMANOS
Ingenieros
y filósofos en el gobierno y en la sociedad
El martes pasado, 18 de
diciembre, lanacionline publicó esta nota de Andrés Oppenheimer. Refleja la opinión que sostiene el periodista sobre recursos
humanos en la sociedad, línea que ha seguido en otros artículos de su pluma y
abre la vía para otras voces.
Claves
americanas
¡Menos filósofos, más
ingenieros!
MIAMI.-
Cuando Xi Jinping fue designado nuevo líder de China hace unas semanas, una de
las cosas que más me llamaron la atención de su currículo es que es ingeniero.
Más exactamente, es un ingeniero que ha reemplazado a otro ingeniero como líder
del país más poblado del mundo.
En
Occidente, la mayoría de los presidentes son abogados, que en casi todos los
casos hablan bonito. El presidente de Estados Unidos es un abogado graduado en
Harvard, quien recientemente fue reelegido tras derrotar a Mitt Romney, otro
abogado graduado en Harvard. El ex presidente mexicano Felipe Calderón es
abogado y acaba de ser reemplazado el 1° de diciembre por Enrique Peña Nieto,
otro abogado. En América del Sur, la mayoría de los palacios presidenciales han
sido habitados desde hace mucho tiempo por abogados.
En
cambio, el nuevo líder chino es un ingeniero químico que fue designado por el
Congreso Nacional del Partido Comunista para reemplazar a Hu Jintao, un
ingeniero hidráulico, que a su vez reemplazó al presidente Jiang Zemin, un
ingeniero eléctrico.
¿Por qué
es interesante todo esto? No se trata de que los ingenieros sean mejores
gobernantes (no siempre lo son) ni de incurrir en generalizaciones, sino de
reflejar el hecho de que la ingeniería es mucho más popular en China y otros
países asiáticos que en Occidente. Eso es importante porque estamos viviendo en
una economía global basada en el conocimiento, en la que las patentes de nuevas
invenciones -producidas en general por ingenieros, científicos y técnicos-
generan a las naciones mucho más riqueza que las materias primas.
Durante
un reciente viaje a China visité la Universidad Tsinghua de Pekín, una de las
más prestigiosas del país, y me enteré de que el 72% de sus estudiantes de
licenciaturas, maestrías y doctorados están inscriptos en las escuelas de
ingeniería y ciencias duras, mientras que tan sólo el 28% estudia humanidades o
ciencias sociales. Según datos de la Fundación Nacional de la Ciencia de
Estados Unidos, mientras el 31% de todos los graduados universitarios de China
se especializan en ingeniería, la cifra comparativa en Estados Unidos es tan
sólo del 5%.
En la
mayoría de los países latinoamericanos, la primacía de las humanidades y
ciencias sociales sobre la ingeniería y las ciencias duras es aún mayor.
Nuestras universidades producen demasiados filósofos y psicólogos, y demasiado
pocos ingenieros. La última vez que miré las cifras de la Universidad de Buenos
Aires, una de las más grandes de América latina, tenía 29.000 estudiantes de
psicología y 8000 estudiantes de ingeniería, lo que equivale a producir tres
psicólogos para curar los problemas de cada ingeniero.
"En
Occidente, los jóvenes prefieren ir al dentista antes que estudiar
ingeniería", bromea David E. Goldberg, profesor emérito de ingeniería de
la Universidad de Illinois y fundador de un movimiento para modernizar la
enseñanza de ingeniería. "Abogacía, administración de empresas y medicina,
casi cualquier cosa antes que ingeniería, parecen ser las carreras preferidas
de los jóvenes de hoy."
La receta
de Goldberg: hacer el estudio de la ingeniería más divertido y más creativo.
"En lugar de empezar la carrera de ingeniería con la parte creativa,
estamos empezándola con matemáticas, ciencia y toda la parte abstracta, y eso
hace que deserte casi el 50% de los alumnos", me comentó Goldberg.
Mi
opinión: cada vez que escribo que deberíamos producir más ingenieros y
científicos -y tal vez menos filósofos-, muchos lectores me señalan que en sus
países no hay salida laboral para los jóvenes ingenieros. "¿Para qué
sacrificarse con un estudio tan difícil y terminar manejando una taxi?",
me dicen. Pero en la mayoría de los casos eso no es cierto. Cada vez más
empresas se quejan de la escasez de ingenieros bien preparados en sus países.
Y la
experiencia de China, India, Taiwán y otros países asiáticos revela que la
producción masiva de ingenieros da buenos resultados: muchos de esos países
empezaron a producir grandes números de ingenieros sin preocuparse demasiado en
si conseguirían empleo, y los empleos aparecieron después.
No creo
que debamos ver a Xi ni a la dictadura china como modelos políticos. Pero el
hecho de que China esté gobernada por ingenieros y de que los estudiantes
chinos se vuelquen masivamente a la ingeniería debería servirnos de
recordatorio de la necesidad de producir mas ingenieros y de hacer que la ingeniería
sea un estudio más divertido.
© LA
NACION.
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