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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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martes, 2 de diciembre de 2014

II/VII Editorial sobre abuso de menores que originó la polémica actual


HACIA UN PROTOCOLO PARA VÍCTIMAS DE ABUSOS

de
http://www.primiciasya.com/

Polémico editorial sobre el abuso de menores de Laura Gutman

La escritora publicó en su sitio de internet un editorial sobre el abuso de menores y la sistematización del abuso por sobre los niños. ¡La red social explotó!

Polémico editorial sobre el abuso de menores de Laura Gutman
Autora de una decena de libros, Laura Gutman se metió en la polémica tuitera tras publicar en su sitio web una columna de opinión sobre el abuso de menores.
La escritora tituló su artículo de este modo: "La sistematización del abuso sexual sobre los niños".
Aquí la columna de la polémica:
Los abusos no los cometemos las personas de mente atormentada. No. Somos personas como casi todos, un poco más hambrientos y un poco más torpes, porque al fin y al cabo lo único que hacemos es tratar de nutrirnos, pero de una manera burda y estúpida.
Los adultos nos enamoramos de un niño necesitado, solo, desamparado y que nos inspira ternura. ¿Por qué? Porque ese niño nos recuerda al niño que fuimos: tímidos, exigidos y a la deriva. Ese niño ejerce sobre nosotros una atracción automática. Queremos protegerlo y amarlo de alguna manera. ¿Cuál es el problema? El problema es que somos totalmente inmaduros. ¿Por qué? Porque no fuimos amados durante nuestra niñez, ni cuidados, ni protegidos ni amparados. Crecimos esperando obtener amor alguna vez. Así crecimos. Pero nuestra capacidad emocional se estancó en aquella espera. Vivimos dentro de un cuerpo de adulto pero tenemos organizadas las emociones como si fuéramos niños hambrientos. ¿Qué nos pasa cuando nos relacionamos con un niño tierno? Lo queremos devorar. ¿Cómo lo devoramos? Lo tocamos. Lo acariciamos. Lo abrazamos, nos frotamos contra él. Le compramos regalos. La confidencialidad compartida, el secreto guardado entre ambos como un estupendo tesoro y los pequeños momentos de encuentro son vividos -desde nuestra emocionalidad infantil- como un momento sublime. ¿Pero acaso no nos damos cuenta que estamos haciendo algo malo? Depende. Podemos percibir que es una relación socialmente condenable. Pero honestamente, también es condenable que nuestra infancia haya sido horrible, que nadie se haya ocupado de nosotros o incluso que la única persona que nos cuidó, nos haya proporcionado amor bajo la misma forma de abuso. ¿Entonces? ¿Qué es lo que está bien y qué es lo que está mal? Desde nuestro punto de vista de adultos con emocionalidad de niños…sólo tratamos de satisfacer nuestro vacío.
¿Pero cómo vamos a afirmar algo así tan alegremente, sin tomar en cuenta las horribles repercusiones que tiene el abuso sistemático sobre un niño? Por supuesto que las consecuencias son nefastas. Sin embargo es preciso que comprendamos las dinámicas completas con la lógica que las sostiene, si nos interesa abandonar las instancias cotidianas de dominación. Porque rasgarnos las vestiduras proclamando que el abuso sexual es algo horrible e inhumano y que todos los violadores tienen que ir a la cárcel, está muy bien pero no sirve para nada. Miremos de frente la realidad. Mucho más espantoso es el desamparo cotidiano e invisible que vivimos los niños abusados y que nos obliga a arrojarnos al interior de cualquier cueva que encontremos, buscando amor. Luego -cuando devenimos mayores- quizás recordemos el abuso sexual como una experiencia terrible pero no tendremos conciencia de la entrega de nuestra madre o de quienes tenían que cuidarnos. Al contrario, nos convertiremos en los más firmes defensores de quienes nos lanzaron a la fosa de los leones.

Laura Gutman

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