Editorial II
Integración de las personas con síndrome de Down
Cuando una persona que nace diferente descubre que es aceptada por su familia, no sólo evoluciona notablemente, sino que devuelve el ciento por uno. No hay integración sin aceptación, y aceptar la diferencia es un acto de amor y de aceptación. Y lo que se dice para las personas vale para la sociedad. La integración, en cualquiera de sus formas, demuestra cómo el retorno de la inversión amorosa es inmediato. La escuela integrada enseña a apreciar el valor que encierran las individualidades y qué es lo que subyace bajo la apariencia, y a los maestros los ayuda a entender que todos somos limitados en algo. En el trabajo, cualquier persona con síndrome de Down mejora desde el espíritu la actividad del conjunto. En lo deportivo, muestra por la sola presencia el profundo respeto que debemos tener por el otro y en lo religioso basta ver su participación en una ceremonia para que se refuerce la admiración ante el misterio de una comunicación que nos supera.
La sociedad debe provocar el cambio que dé oportunidades a todos, especialmente a quienes, además de su diferencia, están marcados por la pobreza. Es necesario un compromiso real, sustentado no sólo en la legislación y en las políticas adecuadas, sino en su efectiva instrumentación. Que el recordatorio del Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down marque el comienzo de una sociedad argentina más inclusiva..
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