Da cátedra a sala llena todos los sábados en Villa Martelli

"El público me pregunta dónde puede ir a estudiar filosofía"

El filósofo Darío Sztajnszrajber se presenta en Tecnópolis por segundo año. Esta vez sube a escena con un  show que combina su especialidad y la música. Su permanente afán divulgador encuentra un espacio multitudinario.

Florencia Halfon-Laksman
Se describe a sí mismo como un divulgador y sus actividades avalan esa autodefinición. Desde sus programas en Canal Encuentro y Radio Madre, columnas en diversos medios, o su obra de teatro Desencajados, se encarga de traducir a un lenguaje llano aquellas preguntas que cualquiera se hace sobre asuntos cotidianos y busca aportarle una vuelta al análisis o los fundamentos de temas que abarcan a todos, como la identidad, el amor o las tareas hogareñas.
Desde el año pasado, el filósofo Darío Sztajnszrajber encontró en Tecnópolis otro espacio para la divulgación, con un público que lo seduce: "Es distinto al que va a un teatro, es claramente más popular, aunque heterodoxo. Muchos saben de qué hablo pero la mayoría, la que más me interesa, es la primera vez que recibe este tipo de motivación. Después del espectáculo se acercan para contarme que tal tema les partió la cabeza o me preguntan dónde pueden estudiar más."
–¿Cuál es la diferencia entre las exposiciones de este año y las de 2013?
–El año pasado hacía tres proyectos, todos en La Nave de la Ciencia, que es una carpa, con un escenario y capacidad para mil personas. Hacía una versión teatral de uno de los 26 programas de Mentira la verdad, de Canal Encuentro, dedicado a la identidad. Generábamos lo que busca la filosofía: que la gente se preguntase hasta qué punto está tan segura de lo que es ser argentino. El otro proyecto, también con el canal, fue Versus, que era un ring de boxeo donde montábamos la pelea entre ciencias sociales y ciencias duras. Yo representaba la primera y Diego Golombek, la otra. La idea era exacerbar el estereotipo y hacer una pelea de argumentos para contar la falsa dicotomía entre las dos ciencias. Hay un área en la que me siento muy cómodo, que es la de romper el pensamiento binario, en todos los aspectos. Y creo que tanto Canal Encuentro como Tecnópolis tienen una misma lógica: son iniciadores. A veces se discute feo y se piensa que son propuestas para remplazar la educación. Todo lo contrario: son proyectos disparadores. Lo que hacemos en Mentira la verdad se ve mucho en los colegios pero no remplazan la clase. 
–Y el tercer proyecto es el que se mantiene este año.
–Es Filosofía + Música. El año pasado hicimos una versión de media hora del espectáculo Desencajados y este año hicimos algo completamente nuevo: canciones nuevas, temas nuevos. Nos gusta mucho este formato de filosofía y música: yo hablo de distintos temas y me interrumpe una canción (tocada y cantada por una banda en vivo). Son canciones que tienen la misma búsqueda existencial, no desde la letra sino desde la búsqueda. Se empieza a dar un diálogo desencajado entre la palabra y la música. La sensación es de interrupción mutua pero en la totalidad da un resultado divino de complementación. Estrenamos este espectáculo el sábado 19. Dura media hora y se llama Filosofía + música, entre rayuelas y cometas, por una canción que hacemos de Charly García que se llama Reloj de Plastilina.
–¿Con qué otras devoluciones te encontrás entre el público?
–La primera devolución inmediata en Tecnópolis es que nos hablan de lo linda que es la filosofía: "No sabía de qué se trataba", "Gracias", "¿Dónde puedo seguir buscando?" También está bueno lo intrageneracional: ver que vienen abuelos, padres e hijos y que todos se quedan con algo. Eso es genial y me parece que es propio de Tecnópolis. No deja de ser un lugar masivo, entonces jugamos e interactuamos con el público.
–Llevar ciertos análisis al llano, ¿no modifica la esencia de esos razonamientos?
–Para que algo tenga una llegada masiva, tiene que modificarse tanto en su lenguaje que deja de ser el concepto que se quiere explicar. Frente a eso, creo que hay que entender esto en contexto. Hubo un tiempo en que la cesura entre la academia y lo popular era muy fuerte. No se pretende que una investigación erudita pueda llegar a ser comprendida por todos: de hecho, no es ese el propósito de la investigación erudita. Para eso está el divulgador, que toma esa investigación y la traduce al lenguaje popular. ¿Cuál es el propósito de traducirla? Un propósito diferente al del investigador. El gran problema de la academia es que la investigación, la docencia y la divulgación, que para mí son las tres esferas por donde se desarrolla el saber académico, siempre han tenido competencia. Entonces el investigador traza una línea y dice que la docencia es para ganar plata en un laburo seguro y que la divulgación es una traición porque abandonás el fin vocacional. En realidad, la investigación es un montón de papers que se escriben al interior de esa institución, que es la academia. 
–¿Eso puede modificarse?
–En la medida en que esas partes se reconozcan en términos de entidad y puedan complementarse, la cosa puede cambiar. Todo lo que yo digo lo baso en el trabajo de los investigadores. No es que creo que todo tiene que ser divulgado, sino que creo que frente a un panorama donde el saber directamente no tenía ningún tipo de entrada en el campo popular, hay que ir viendo qué de ese saber puede tener entrada y para qué. Hay muchos temas de la filosofía que pueden ser apropiados por el campo popular. Lo que hacen Golombek con la ciencia o Adrián Paenza con la matemática es mostrar que en muchos hechos de la vida cotidiana hay presentes saberes de los que uno puede disponer.  «
Para desentrañar los supuestos
Con su programa Mentira la verdad, emitido en 2011 y 2012 por el canal Encuentro, Sztajnszrajber problematizó y puso en tensión los supuestos que subyacen en cuestiones del saber como la historia, la belleza, el amor, la felicidad o la identidad. 
El eslogan de la serie era "filosofía a martillazos" y la propuesta hablaba de "desmontar los conceptos que están demasiado instituidos y gobiernan nuestras vidas". 
Con una dramatización que corría paralela al desarrollo del problema, el conductor y filósofo mezclaba conceptos de Aristóteles, Kant, Nietzsche o Vattimo con personajes y situaciones de la cultura popular. 
El programa recibió el premio Japan Prize en la categoría juvenil (público de 12 a 17 años), otorgado por la cadena japonesa NHK. Mentira la verdad estuvo postulado también a un Premio Emmy Internacional, con una nominación en la categoría documental infantil. 
Los capítulos de este programa están disponibles para descarga o vista online en el sitio web del Canal Encuentro (encuentro.gov.ar).
Dónde, cuándo...
Para agendar
Filosofía + Musica está todos los sábados a las 17 y 18 en La Nave de la Ciencia (Tecnópolis), con entrada libre y gratuita. Las próximas funciones de la obra Desencajados: 31 de julio y 22 de agosto en el ND Ateneo.