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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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viernes, 28 de octubre de 2011

En los países pobres hay más accidentes cerebrovasculares informa un estudio de científicos argentinos .

Se sostiene ya que el ACV es una epidemia de proporciones que no sólo se miden por el drástico impacto que tener sobre la vida y el bienestar de los pacientes y sus familias, sino también por la carga que implica para los sistemas sanitarios.

Un trabajo de dos investigadores argentinos que se ha publicado en la revista Stroke, por primera vez demuestra, estadísticamente, que los países más pobres y los que menos proporción de su PBI invierten en salud son los que tienen una mayor incidencia y mortalidad por accidente cerebrovascular, mayor proporción de eventos hemorrágicos, causados por la ruptura de una arteria cerebral, y también aquellos en los que el ACV se presenta a edades más tempranas.

-    Diversas investigaciones anteriores se habían centrado en la relación entre el riesgo de ACV y la situación financiera individual o familiar. Lo que nosotros hicimos fue cruzar los datos ajustados del PBI con los de 48 estudios poblacionales realizados entre 1998 y 2008 en 22 países de los cinco continentes. Lo que vimos fue que muchos de los ACV que ocurren en una población determinada se explican por el status socioeconómico del país. No sólo eso, sino también la mortalidad, la proporción de hemorragias y la edad a la que los pacientes los padecen. En los países más pobres se presentan más temprano que en los de mayor PBI, revela el doctor Luciano Sposato, uno de los autores del estudio y director del Departamento de Neurología de Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro

- Esta singular ecuación introduce un nuevo factor para el diseño de políticas públicas de salud, ya que hasta ahora el riesgo de ACV y sus consecuencias se consideraban resultados de factores étnicos, genéticos, ambientales, socioeconómicos y de la calidad de la atención médica, han escrito Sposato y Gustavo Saposnik, coautor del estudio y director del Centro de Investigación en Stroke del Hospital St. Michael's, de la Universidad de Toronto.

Para llegar a esta conclusión, los científicos repasaron 5000 estudios y analizaron 48 trabajos científicosde 30 ciudades. Se encontraron con que en los países de alto PBI el ACV se presenta a edades más tardías y tiene menor mortalidad. Pero también que la inversión en salud resultó ser otro factor que podía alterar este balance

-    Si un país pobre invierte una proporción mayor del PBI en salud, tiene mejores marcadores, revela Sposato.

Para Saposnik, la explicación de este fenómeno trae otras complejidades,

-    No pudimos determinar cómo invierte cada país su presupuesto en salud, pero sí constatar una alta correlación del gasto en salud con el de prevención. La alta inversión en salud está relacionada directa o indirectamente con una mayor inversión en prevención. En Canadá, se calcula que sólo los costos directos del ataque cerebral rondan los 30000 dólares por paciente. Por otra parte, en el nivel poblacional la inversión en prevención exige unos pocos dólares por persona.

-    Hasta ahora, la literatura médica sugería que los países latinoamericanos tienen mayor frecuencia de ACV hemorrágicos que isquémicos -aquellos en los que la obstrucción de una arteria impide la llegada de oxígeno al cerebro- por mal control de los factores de riesgo y por alcoholismo. Sin embargo, a partir de estos hallazgos, esa mayor frecuencia se puede explicar por menor riqueza, agrega Sposato.

Podría pensarse que si un país tiene más recursos invertirá más en salud, ofrecerá atención médica de mejor calidad y sus habitantes observarán estilos de vida más saludables. Todo esto puede ser cierto, pero el trabajo de Sposato y Saposnik demuestra que no sólo importa la riqueza, sino también qué proporción se invierte en salud.

-    Son dos parámetros independientes. Sin embargo, aunque se especulaba con que podría haber alguna relación entre ACV y desempleo, nosotros no la encontramos, manifiesta Sposato.

Para Saposnik, una de las virtudes que tiene este trabajo es que tomó en cuenta países de los cinco continentes y que se basó en estudios poblacionales y no de hospitales individuales y expone

-    Así como los países pobres tienen mayor mortalidad e incidencia de ACV, lo opuesto también es cierto. En aquellos con mayor PBI, las personas padecen cuadros de menor gravedad, de menor mortalidad y a edades más avanzadas. En Canadá se presentan anualmente 50000 nuevos pacientes con ACV, y 300000 a 500000 de ellos están vivos en la actualidad. En ese país se produce un ataque cerebral cada diez minutos. Hoy se ha logrado una reducción significativa de la mortalidad, que a los 30 días es del 15%, aproximadamente

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