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Obesidad incontrolable: el mundo no logra reducir la mala nutrición
Así, aunque se reconoce que en los distintos países existe un consenso sobre la necesidad de políticas para mejorar los hábitos alimenticios, el progreso es lento. El primer problema, indica el conjunto de estudios, es que los programas no siempre apuntan a modificar el entorno nutricional de las personas. Uno de los axiomas erróneos que rondan en torno a la obesidad es que se trata de una conducta de pura responsabilidad individual o bien de una consecuencia obligada del entorno alimenticio. En realidad, indican los especialistas, el problema se desprende tanto del comportamiento individual como del entorno, que "explota las vulnerabilidades biológicas, psicológicas y económicas de una persona", al llevarla a consumir alimentos poco sanos.
La comida ultraprocesada es la menos recomendable, pero es la que tiende a dejarles mejores ganancias a las empresas productoras, se advierte. Por eso, la industria promueve esos productos, desde "el atractivo visual, la posición en las góndolas o la rápida accesibilidad, creando un ambiente nutricional dañino", dice el estudio. Al funcionar en ese entorno, se impulsa la creación de un ciclo vicioso, sustentado en la repetición de los hábitos alimenticios. Esto es particularmente notorio en los barrios de bajos ingresos, donde la población dispone de menos dinero y tiempo para tener una dieta mejor. Además, "las empresas apuntan sus estrategias de marketing hacia grupos específicos, incluidos adolescentes, niños, minorías étnicas y sectores de bajos recursos", revela el informe.
Otro de los problemas señalados en The Lancet es que dentro del amplio espectro de medidas que pueden tomarse esas acciones se realizan sin una adecuada coordinación. Siguiendo algunas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo menos 50 países -entre ellos, la Argentina- requieren que la comida procesada muestre la información nutricional en el paquete. Pero hay más medidas que se pueden tomar. En Los Ángeles, una campaña alienta a las empresas a informar en las bebidas azucaradas la cantidad de sobres de azúcar a la que equivale el contenido de la botella o la lata. En México rige un impuesto a la comida chatarra y las bebidas azucaradas.
En Samoa, uno de los países más afectados (el 85% de la población es obesa o tiene sobrepeso), primero se prohibió la importación de rabos de pavo, aunque luego se permitió, pero con un arancel, por exigencias de la OMS. Hay otra batería de acciones posibles, centradas en la nutrición infantil. Corea del Sur y Gran Bretaña impusieron restricciones en los avisos televisivos de los alimentos con bajo poder nutritivo para chicos..
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