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La Iglesia celebra hoy el miércoles de ceniza, con el cual
comienza el tiempo litúrgico de Cuaresma, tiempo de penitencia y de
conversión del corazón.
Hoy la Iglesia celebra el Miércoles de
Ceniza y el inicio de la Cuaresma. La Cuaresma representa, en el Año
litúrgico, el ciclo de preparación para celebrar el misterio de la
Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
El Papa Francisco ha señalado que “la
conversión del corazón” es la principal labor que un cristiano debe
afrontar durante la Cuaresma. Emprendemos un camino que durante
cuarenta días nos llevará a salir de nosotros mismos para encontrarnos
con los demás y finalmente con Cristo, muerto y resucitado por nuestra
salvación. Este es el verdadero sentido de la oración, el ayuno y la
limosna que todo católico debe practicar en estos días.
Para iniciar este tiempo litúrgico, en
este día se observa el ayuno, que consiste en hacer una sola comida
fuerte al día, y la abstinencia de carne. La abstinencia obliga a partir
de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años de edad.
El ayuno y la abstinencia son parte del
espíritu de penitencia con el que los católicos se preparan para el
Triduo Pascual. La Iglesia quiere ser fiel al mandato del Señor, que
indicó que “vendrán días en que les será arrebatado el esposo y entonces
ayunarán” (Mt, 9, 15).
Imposición de la ceniza
Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su
penitencia pública el primer día de Cuaresma. Eran salpicados de cenizas
y se vestían de sayal hasta el Jueves Santo o el Jueves antes de la
Pascua.
Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, al cristiano se le
impone una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las
palmas usadas en el Domingo de Ramos previo.
Mientras el ministro impone la ceniza dice: “Conviértete y cree en el
Evangelio”. De esta forma se manifiesta que la Cuaresma es,
principalmente, un camino de conversión.
¿Por qué cumplir con el ayuno y la abstinencia?
Hoy en día hay voces, dentro incluso de
la propia Iglesia, que cuestionan la importancia de la norma de la
abstinencia de carne, cuando no comer este alimento puede no suponer un
sacrificio para muchas personas. La penitencia debería ser una cuestión
personal, adaptada a cada uno de los fieles, sostienen algunos.
En el canon 1249, recogido en el Código
de Derecho Canónico, se afirma que estas normas unen a los
fieles: “Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley
divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna
práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en
los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración,
realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos,
cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo,
observando el ayuno y la abstinencia.”
Estas son las prácticas de penitencia que indica el derecho canónico:
Canon 1251: Todos los
viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la
abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la
Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de
Ceniza y el Viernes Santo.
Canon 1252: La ley de
la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno,
a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve
años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que
también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no
haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la
abstinencia.
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