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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.
Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.
Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.
Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.
Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.
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lunes, 11 de abril de 2011
Noticieros de TV y radio informan esta noche de otro terremoto, totalizando tres en los últimos tres días. Las noticias que nos llegan son escuetas. Pocas palabras y pocas imágenes se repiten constantemente.
Es cuestión de respetar la idiosincracia de la cultura de Japón. Tiene su sentido en su país y eso es lo primero que cuenta.
La situación evoca en mí un recuerdo, personal, importante en mi vida y aquí lo traigo, esperando no molestar desde mi ignorancia.
Pearl S. Buck, 1892-1973, fue una escritora prolífica, premio Nobel de Literatura en 1938. Llevada por sus padres, misioneros, vivió en China por cuatro décadas y su obra refleja la cultura asiática.
De su novela El patriota, The Patriot, de 1939, recuerdo aquí una escena en especial.
El hijo desobiente muere en China, adonde vivía con su esposa de esa nacionalidad, en un bombardeo de la aviacion de Japón, su pais natal.
Su padre prohibe las celebraciones por su muerte, habiendo sido su falta no haber acudido al llamado que le hizo para incorporarse a las fuerza armadas de su patria. Pero esa noche la pasa en vela, caminando por el jardín de la casa familiar, con una rama de mirto en la mano, ritual de duelo por su hijo muerto.
En el momento de leerlo, hace tiempo, estimé que no habia lugar para las exteriorizaciones pero el sentimiento, imposible de omitir, se expresaba intimamente.
No es más que mi apreciación personal, pero todos estos años, la he mantenido presente en mi vida.
Existió la ocasión en que dije a Susana, la mujer que dejaba los recuerdos imborrables, palabra más, palabra menos, una respuesta de mi profesión,
- si Ud. mejora, es mi logro, si no lo hace, me importa un bledo.
Habil e ingeniosa, me preguntó,
- ¿ y por dentro, cuando está sólo, cómo es la cosa?
- paseo por la noche, con la rama de mirto en la mano.
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