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Palabra más, palabra menos, todos concordamos en buscar bienestar para nuestras vidas. Aun a quienes les gusta el jaleo, a quienes buscan problemas, a quienes revuelven desconsuelos, los guía la búsqueda del bienestar que sucederá a estas tempestades.

Avanzando, en el imaginario colectivo está resuelto qué es el bienestar: bien estar es estar bien.

Deslizamiento de tales cavilaciones, el paso siguiente para estar bien, es no estar mal y para ello se huye ante contratiempos y dificultades.

Pero pendientes las necesidades, por más que se postergue, se aplace o se demore su respuesta, las urgencias volverán.

Este blog trae situaciones de la vida que reflejan cuentas saldadas, cuentas a saldar. Un paso para conseguir otro equilibrio. Ya, aquí y ahora. Otro bienestar es posible.

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martes, 11 de enero de 2011

GAUCHITO GIL, OTRA HISTORIA, OTRA EXPERIENCIA

Año a año, cada 8 de enero se renuevan las demostraciones de fe en el Gauchito Gil. Y se acrecientan. Esta vez 500000 promeseros acudieron al santuario en las cercanías de Mercedes, Provincia de Corrientes.

En distintos lugares del conurbano bonaerense otros santuarios recibieron cantidades de visitantes. Tradicional, conozco el santuario de Solano (San Francisco Solano, Partido de Quilmes, Provincia de Buenos Aires). Un santuario nuevo que creció pronto, está ubicado en el Triángulo (de Bernal, en el mismo partido en que se encuentra el anterior). Y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Avenida Corrientes y Concepción Arenal entre Dorrego y Newbery, la plaza de Chacarita.

Las noticias de los medios, atendiendo a la difusión de este culto, anotician sobre la tradición. Se cuenta del Gauchito perseguido que muere a manos de la partida –policial- que lo perseguía.

La tradición que he escuchado año a año, porta mayor riqueza. Enamorados Antonio Gil y el comisario de la misma mujer, se desencadenó su persecución. A punto de ser degollado por un indio, lo mira a la cara y le dice,
- cuando llegues a tu casa, tu hijo enfermo será salvo por mi poder.

Y así fue, comenzando el culto de sus milagros.

Una madrugada de invierno, lluviosa y fría, yendo a Corrientes, paré en el santuario de Mercedes. Busqué vino para saludar al gaucho y agua para seguir el mate en el viaje. Los locales apropiados estaban cerrados. Generosamente, uno de los escasos vendedores presentes a esa hora, hombre franco se notó, supo responder, aunque, destaco, mi pedido no era objeto de su venta.  Con el hombre de pequeña estatura, con dificultades para caminar y moverse de medio cuerpo, y pobrísimo, condiciones que resaltaban su dignidad  y nobleza serenas, propiamente correntinas, conversamos sobre la fe compartida.

Encontré la bondad por encima de la fama de cuchilleros, en las historias viejas y en las historias presentes

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